Los jóvenes y el arte
En 1932, un grupo de escritores y artistas se unieron formando el grupo “los jóvenes y el arte”. Este colectivo se dedicaba a exaltar los lugares de Madrid en los que se podían encontrar vestigios de historia y melancolía.
El grupo lo formaban, entre otros, Agustín de Foxá, Manuel Altolaguirre, Carlos Miralles, Margarita Pedroso y Dolores Catarineu.
Llevaron a cabo dos clases de actos: Los Crepúsculos y Las visitas a los cementerios románticos de Madrid.
En las reuniones de Los Crepúsculos, los miembros se reunían en rincones escogidos, al aire libre, para leer poemas. Estos encuentros ocurrían los sábados, y algunos de los sitios escogidos fueron el Jardín Botánico, la Alameda de Osuna y el castillo de Boadilla del Monte.
Las Visitas a los Cementerios Románticos de Madrid surgieron a raíz de una orden del Gobierno republicano que instaba a la demolición de los cementerios de San Martín y San Sebastián. Querían rendir homenaje a los allí enterrados antes de que desapareciesen.
Para poder participar en estas visitas había que apuntarse; el número estaba limitado a 50 personas, y la inscripción había que realizarla en la Casa del Estudiante (Calle Mayor 1, segundo piso) de doce de la mañana a una de la tarde y de siete a nueve de la tarde.
El 18 de Diciembre de 1934, a las 15:30 se inauguraron estas visitas, siendo el primer cementerio escogido el General del Sur. En este primer acto, María Cardona recitó “¡Qué solos se quedan los muertos” de Bécquer; Miguel Moya habló sobre la obra de Alenza delante de su sepultura; se habló de las miniaturas de Florentino de Crane y de los toreros Pepete y el Chiclanero frente a sus tumbas. El recorrido terminó depositando flores sobre las tumbas de los personajes de la generación romántica.
La siguiente visita fue el 21 de Diciembre, a las 14:45, esta vez al Sacramental de San Sebastián, que se encontraba en Méndez Álvaro. En esta ocasión, el paseo fue así:
Rafael López Izquierdo, ante la tumba de un desconocido cuyo epitafio rezaba “enterrado por un amigo” , habló de la exaltación de la amistad y el genio del romántico ignoto. Terminó ofrendando a este joven desconocido de 22 años un ramo de gladiolos.
Luis Escobar, frente a una tumba con el epitafio “ Aquí yacen los restos mortales de una joven hermosísima, de corazón noble y caritativa, siempre desgraciada, que falleció a los 24 años esperando en Cristo redentor” disertó “entre el amargo contraste de la bondad y la caridad unidas a la desgracia”.
Manuel García Viñolas habló de la sepultura de un marinero enterrado tierra adentro. Evocó su infancia y juventud ambientada en el puerto y el mar. Al final depositó una caracola sobre su lápida, además de flores.
Carlos Miralles habló delante de un nicho vacío del mismo que deja la muerte. Mariano Tomás disertó sobre la propia muerte de ese cementerio.
Por último, César González Ruano inventó el epitafio del Vizconde César de La Martiniere, al que llega a nombrar Príncipe de los Cipreses.
Durante esta visita se repartieron entre los asistentes violetas, claveles, narcisos y rosas, que fueron depositando sobre las tumbas visitadas.
El 26 de Diciembre a las 15:30, la tercera visita transcurrió en el Cementerio Sacramental de San Isidro.
En esta visita, Pedro de Répide disertó sobre el cementerio en el que se encontraban; Francisco Bonmatí habló ante la tumba de la beata fundadora de la Paloma; Fernando de la Quadra Salcedo, Marqués de los Castillejos, habló ante la tumba del militar Espinosa de los Monteros; Margarita de Pedroso lo hizo ante la tumba de un niño y Antonio Más-Guindal ante la sepultura de Cayetana de Alba.
El recorrido acabó con un concierto en la capilla del patio de San Andrés, donde se interpretaron obras de Schumann y Schubert.
La cuarta visita se llevó a cabo el 29 de Diciembre a las 15:30, en el Cementerio de San Martín. En este caso Federico García Sanchiz presentó una “charla lírica” con el título Mors ego sum mortis como única actuación. Asistieron a ella más de quinientas personas.
La última visita se realizó el 12 de Enero de 1935, a las 16:00, en el Cementerio de La Florida. Allí José María Pemán realizó un elogio fúnebre a los enterrados que fue clausurado por la actriz Carmen Seco y la lectura del poema Cuando nadie te acompañe de César García-Ruano.
Es el momento por nuestra parte de retomar sus pasos.