Cementerio General del Sur
El rey José Bonaparte impulsaría la creación de nuevos cementerios en Madrid, a las afueras de la ciudad. El Cementerio General del Norte o de la Puerta de Fuencarral , del que ya hemos hablado, y el Cementerio General del Sur o de la Puerta de Toledo, llamado así también por su ubicación.
Se empezó a construir en 1808 en unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento y que antes habían pertenecido a la marquesa de San Vicente; estos se encontraban entre las antiguas carreteras de Carabanchel y Getafe, en el alto de Opañel. No se inauguró hasta 1810, y a partir de 1818 se fue ampliando, con poco éxito.
El diseño fue encargado al arquitecto Juan Antonio Cuervo, alumno de Ventura Rodriguez que reconstruyó la iglesia de Santiago después de que el mismo Bonaparte la destruyera. Pese a que existía un proyecto arquitectónico, el cementerio tan sólo fue vallado y dividido en 8 cuarteles, destinados a las parroquias adscritas (San Andrés, Santa Cruz, San Justo, San Lorenzo, San Millán y San Pedro y San Sebastián, y el resto, para los fallecidos en los hospitales.
Como decoración tan solo una cruz de piedra, esculpida por Ventura Rodriguez. Se tardaron años en construir la primera capilla y la casa del capellán, además de la de los guardas del cementerio. El desinterés por este cementerio y el abandono que fue sufriendo poco a poco, además de la Orden por la cual a partir de 1811 las archicofradías podían tener cementerio propio para enterrar en ella a sus cofrades, hicieron que tanto este cementerio como el del norte fueran cayendo en desuso y utilizados principalmente para enterrar los reos que eran ejecutados en la Plaza de la Cebada (entre ellos Luis Candelas) y los difuntos de los hospitales de la caridad. También estuvo enterrada en este cementerio Teresa Mancha, el gran amor de Espronceda. A mediados de siglo XIX sufrió un incendio quedando completamente destrozado Se rehabilitó, pero a partir de entonces quedó prohibido el acceso al público.
El abandono y el auge de los cementerios sacramentales hicieron que fuera clausurado definitivamente en 1884, pero no fue hasta 1942 cuando fue desmantelado del todo y enterrados los restos en el Cementerio de La Almudena.
Actualmente los terrenos que ocupó pertenecen al polideportivo de San Miguel.