Introducción a la iconografía funeraria
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la iconografía como un sistema de imágenes simbólicas. Uno de los elementos que más nos atrapan al contemplar una obra de arte funerario es la imagen o imágenes que el artista ha elegido para ornamentar la última morada de su cliente.
En esta sección lo que pretendemos es ir desgranando el significado que a lo largo de la historia han tenido esas imágenes que algunas veces aparecen en forma de escultura exenta y, en otras, en forma de relieves; en ocasiones están en los mausoleos más imponentes y en otras, en el nicho más humilde.
A lo largo de este viaje vamos a ver ánforas, relojes de arena, antorchas, guadañas, coronas vegetales, flores, búhos, serpientes, cruces, imágenes marianas y, por supuesto, ángeles, muchos ángeles.
Ya entrando en materia y siguiendo en esta ocasión a Gómez Rueda, podemos indicar que por lo que respecta a los símbolos, se pueden hacer cinco grandes clasificaciones.
Un primer grupo de motivos que podríamos denominar motivos antiguos compuesto por la antorcha, la paloma, la corona, el jarrón, el manto, la mariposa, la guadaña, el perro, etc.
Un segundo grupo que serían los motivos cristianos, donde se integrarían la cruz, los ángeles, el crismón, la calavera, la serpiente, el cordero, el calvario, el barco, la espiga, la roca, la columna, el ancla, la llama y similares.
Un tercer grupo de motivos que podría denominarse vegetales: sin ignorar las connotaciones religiosas cristianas o paganas sus motivos son muy diversos y sus especies también: laurel, hiedra, adormidera, amapola, tulipán, palma o palmera, amaranto, pensamiento, rosa, flor de lis, flor quebrada…
Otro grupo serían los motivos de tipo literario: el orador, la doliente, el reloj de arena y similares.
El último grupo de motivos iconográficos serían los denominados profesionales, que indican la profesión del difunto o la obra significativa que realizó durante su vida.